Cuando la propia existencia se vuelve relativa, cuando la permanencia no depende de nosotros...
¿Que sentido tiene la vida?
¿Que sentido tiene amar para perder?
Pero más allá que filosóficamente no entendamos este absurdo, deberíamos desarrollar el tema de la muerte, amigarnos con ella, para tratar de entenderla y dejar de temerle a algo que es tan natural como nacer.
El error es considerarnos físicamente eternos y no asumir lo que indefectiblemente nos va a ocurrir. Nadie nos prepara para la muerte. Nadie nos introduce el concepto de vida muerte desde pequeños. Solo se habla de vida y todos evitamos enfrentar a un niño con la muerte, en vez de mostrársela de una manera natural. Y así nos cargan una mochila de dolor, de impotencia, de miedo y hasta de sorpresa,, porque la muerte nos toma de sorpresa, cuando no nos tendría que ni sorprender. Nos preparamos para tantas cosas en la vida, nueve meses para nacer, toda una vida para una profesión, nos prepararnos para casarnos, planificamos una familia, hasta nuestra vejez, pero no planificamos nuestra muerte. Ni siquiera la persona más ordenada y previsora planifica su muerte.
Cuando nos morimos, no solo dejamos de ser, dejamos de pertenecer. Ya no le pertenecemos a la existencia, ni a la vida, ni al mundo, ni a nuestros seres queridos, ni a nuestros objetos. Solo nos pertenecemos a nosotros mismos y eso en un punto nos libera, pero...¿que sucede con lo que queda? ...si nada estaba planificado...
La muerte nos lleva a nosotros, pero se olvida nuestras pertenencias, y esos objetos inanimados que jamás mueren pero que tienen alma, aquella que le imprime quien los poseyó, quedan despersonalizados, a la deriva...olvidados quizás en algún rincón, polvoriento, como el mismo polvo en el que nos convertimos nosotros. Es increíble como todo siempre se relaciona. Todo el significado que ese objeto podía tener, muere con uno, como nuestros secretos en el más callado de los silencios.
Todas las personas que manteníamos vivas en nuestro recuerdo vuelven a morir con nosotros. Todo lo que nuestra mente, inventó, creó, deja de existir. Nuestra realidad ya no es tal, de ahora en más solo habrá realidades de otros y ninguna realidad alternativa para nosotros. Solo seguiremos vivos en la mente de alguien, hasta que también muera, y cuando ya nadie nos piense moriremos definitivamente.
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