Si nada es absoluto… ¿por qué vale lo que los otros me dicen?...si todo es relativo. ¿Cuál es la realidad, la nuestra o la de los demás? Con esta relatividad los valores no se pueden consolidar. Ningún valor es resistente. Y cuando la realidad depende del lugar de donde se la mire, esta se hace endeble y moldeable a la expectativa del observador. Nos convertimos en libres interpretadores del mundo y expresamos la realidad como cada uno de nosotros la concebimos. Es aquí donde entramos en un conflicto de valores y donde comienzan los enfrentamientos entre los seres humanos y nos olvidamos de ser indulgentes con el otro. Hay dos valores solos que han perdurado a lo largo del tiempo, la dignidad de cada ser y la eficacia. Siempre hay que buscar que la eficacia presida nuestras relaciones sociales colectivas. Cuando hay un conflicto de eficacias la solución está en manos de la dignidad de las personas que protagonizan ese conflicto. Gracias a disponer de los valores dignidad y eficacia, no tenemos derecho a perder la esperanza en nuestro porvenir.
Despojarnos de las mochilas que nos van cargando en las espaldas a lo largo de nuestra vida y de los preconceptos, no es tarea fácil. Acostumbrados a lo que hay, sin someter a inquisición, todo aquello que nos enseñan, o imaginamos saber o poder, lo que proviene de la herencia, de lo adquirido por nuestra educación. Todo lo que debemos saber esta en nuestro código genético, pero la educación tradicional se ha encargado de bloquearnos los códigos de acceso y de cerrarnos las puertas a la verdadera sabiduría de saber quiénes somos en realidad. La verdad se enmascara y el destino se muestra enmarañado y confuso, engañándonos con una falsa realidad, que nos incorporaron como un holograma en nuestra mente. El día que nos podamos liberar de toda esa basura residual que nos contamina y acercarnos a nuestro pensamiento en estado puro, podremos distinguir entre lo que es verdadero y lo que no, conocer nuestra verdad, nuestro propósito y saber por fin quienes somos. Somos todo lo que nos pasamos buscando en la vida. Debemos recuperar nuestra divinidad y entender que Dios somos nosotros. Somos creadores inteligentes y tenemos una potencia infinita para reciclar nuestra historia. Debemos entender la existencia en su totalidad. Nada de afuera es más importante que nuestra propia búsqueda. Nunca nada ni nadie puede llenar nuestra vida, si antes no la llenamos con nosotros mismos.
by Eleo
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