Y ahí se va él, con sus fugaces despedidas y acá quedo yo… Y ahí se va él, misterioso como siempre, dejando puntos suspensivos detrás de todo lo que dice… Y acá quedo yo, descubriendo lo que él deja librado a mi interpretación, permitiéndome descubrir su esencia como sabe que me gusta, desconociendo a su vez lo desesperante que puede llegar a ser cuando en mi cabeza giran ideas dispares. Y ahí se va él, dejándome una sonrisa en el rostro. Y ahí estamos los dos, lejos pero cerca, cerca pero lejos, esperando el momento indicado para sacar nuestras varitas y desatar la magia…
Es como cuando estás mucho tiempo en la oscuridad de tu cuarto, y de repente alguien entra y enciende la luz y uno en vez de abrir los ojos los cierra por el impacto, pero cuando te acostumbras y abres lentamente tus ojos, la ansiedad se apodera de tu vista, y quieres observarlo todo, no perder ningún detalle, ni el más mínimo; sonrisas, miradas, gestos. Esos gestos que estremecen, que liberan todos los sentidos que hace un tiempo estaban encadenados y guardados en un baúl, todos esos sentidos que estaban de alguna manera agrupados, preparándose para experimentarlos con una persona, esa que es especial, con la cual puedes compartir tu libertad. Pues, es así como se siente, es así como lo siento más bien. Algo totalmente exquisito en todos sus sentidos y no pienso perderme ningún detalle de esto, ya que es lo que estaba esperando, y eres tú, sólo tú!
Cecilia Ungefug
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