Yo había creado con todos mis dones y talentos una hermosa estatua de mi mismo con la mano derecha apuntando al cielo, era un objeto hermoso, con profundas raices en la tierra y que se elevaba majestuoso, muy artistico, con grabados tiwanakotas significatívos todo alrededor de la base y pintado de colores deslumbrantes capaces de producir duraderos efectos positivos en las auras de las personas, animales y plantas que se expusieran a su presencia.
El significado era algo que yo sentía profundamente, sentimiento que traducido en palabras sería algo así como que además de toda la belleza que existe, toda la que se puede apreciar y la que se puede crear, mas allá de lo que los ojos ven y los sentidos pueden percibir, existe La Fuente, "algo" inexpresable e inmensamente creativo y poderoso cuya presencia a veces era accesible por mí al igual que por cualquier otro que lo intentara o lo deseara profundamente.
Significaba también que el arte es un medio de transmitir ese "algo" y que ese "algo" es en esencia de origen Divino.
Esa hermosa estatua, de varios metros de altura, hermosamente decorada y exquisitamente construída estaba en lo alto de un cerro, uno de los que bordeaban un pequeño valle que tenía un pueblito en el centro.
Al tiempo, cuando volví de un viaje a ese pueblo que era mi hogar, ví que la gente habia tapiado las ventanas que daban hacia la gran escultura, y que tambien muchos de ellos habian plantado árboles para que la estatua no se viera desde sus casas. Inclusive caminos que pasaban cerca fueron abandonados construyendo los pobladores otros caminos nuevos para no tener que pasar cerca de aquel lugar.
Esa estatua, que finalmente era una manifestación inadvertida de mi ego, "un Ego de Alejandro", y que representaba la necesidad que tenía yo de manifestarme, de hacer conocer ese pedacito de conocimiento de lo Divino que habia logrado conseguir por mí mismo a las personas en general, sin discriminar en quien recibía o nó el mensaje, solo había logrado asustar a las personas del poblado. A ninguno de ellos le interesaba valorar los dones ajenos, dones que ellos no tenían ni deseaban y que tampoco podían comprenderlos, dones que finalmente se habían vuelto una fuente de temor, disgusto y rechazo.
Entonces, una de esas noches, fuí hasta donde estaba la estatua aquella provisto de maderas y gasolína y le prendí fuego. El hermoso objeto comenzó a arder por entero en la oscuridad de los cerros y ese fuego ritual se podía ver desde kilómetros de distancia, y ardió y ardió hasta que finalmente antes del amanecer se derrumbó convirtiéndose en brasas y cenizas.
Entonces sintiéndome finalmente liberado de toda esa tensión y de la angustia de sentirme rechazado, y también libre de ese pueblo y de esas gentes, por fin podía marcharme, definitivamente.
Al irme, el amanecer comenzaba ya a teñir de lila el cielo y los pajaros de la mañana se saludaban entre ellos y comentaban lo sucedido.
Alejandro Villena
Fuente: http://eldiosinterno.blogspot.com/
El significado era algo que yo sentía profundamente, sentimiento que traducido en palabras sería algo así como que además de toda la belleza que existe, toda la que se puede apreciar y la que se puede crear, mas allá de lo que los ojos ven y los sentidos pueden percibir, existe La Fuente, "algo" inexpresable e inmensamente creativo y poderoso cuya presencia a veces era accesible por mí al igual que por cualquier otro que lo intentara o lo deseara profundamente.
Significaba también que el arte es un medio de transmitir ese "algo" y que ese "algo" es en esencia de origen Divino.
Esa hermosa estatua, de varios metros de altura, hermosamente decorada y exquisitamente construída estaba en lo alto de un cerro, uno de los que bordeaban un pequeño valle que tenía un pueblito en el centro.
Al tiempo, cuando volví de un viaje a ese pueblo que era mi hogar, ví que la gente habia tapiado las ventanas que daban hacia la gran escultura, y que tambien muchos de ellos habian plantado árboles para que la estatua no se viera desde sus casas. Inclusive caminos que pasaban cerca fueron abandonados construyendo los pobladores otros caminos nuevos para no tener que pasar cerca de aquel lugar.
Esa estatua, que finalmente era una manifestación inadvertida de mi ego, "un Ego de Alejandro", y que representaba la necesidad que tenía yo de manifestarme, de hacer conocer ese pedacito de conocimiento de lo Divino que habia logrado conseguir por mí mismo a las personas en general, sin discriminar en quien recibía o nó el mensaje, solo había logrado asustar a las personas del poblado. A ninguno de ellos le interesaba valorar los dones ajenos, dones que ellos no tenían ni deseaban y que tampoco podían comprenderlos, dones que finalmente se habían vuelto una fuente de temor, disgusto y rechazo.
Entonces, una de esas noches, fuí hasta donde estaba la estatua aquella provisto de maderas y gasolína y le prendí fuego. El hermoso objeto comenzó a arder por entero en la oscuridad de los cerros y ese fuego ritual se podía ver desde kilómetros de distancia, y ardió y ardió hasta que finalmente antes del amanecer se derrumbó convirtiéndose en brasas y cenizas.
Entonces sintiéndome finalmente liberado de toda esa tensión y de la angustia de sentirme rechazado, y también libre de ese pueblo y de esas gentes, por fin podía marcharme, definitivamente.
Al irme, el amanecer comenzaba ya a teñir de lila el cielo y los pajaros de la mañana se saludaban entre ellos y comentaban lo sucedido.
Alejandro Villena
Fuente: http://eldiosinterno.blogspot.com/
La eliminación del ego, el gran acontecimiento.
ResponderEliminarEl paso a la liberación.
Sería buenísimo crear una estatua e incendiarla como representación de nuestra liberación.