Siempre estas ahí,
en ese punto tuyo y mio,
a esa hora exacta en la que las agujas del reloj se detuvieron,
ese día que nos encontramos por primera vez.
Te reconozco sin verte,
te siento sin tocarte,
lo se, estas ahí, en las sombras,
agazapado y al acecho como buen felino.
Reconozco la melodía,
que sonó la primera vez que te vi,
es lo mas parecido a un coro de ángeles.
Cuento las horas para estar en tu brazos,
el tiempo va cayendo cada vez mas lento,
y en cámara lenta te espero.
Se me esta agotando el control,
de los impulsos que me inyectan hacia ti.
Este silencio orquestado ya es demasiado,
a la distancia tu ausencia se potencia,
los límites de la verdadera soledad afloran.
Será que todavía
no me puedo reconocer en tus poemas,
tal vez porque que tú,
aún no te has reconocido en mi alma.
Déjame desatar a tu corazón
de la soledad a la que se ha confinado,
empecinado en entregarse a la nada.
Déjame regalarte mi fertilidad,
como comienzo de ese todo
que te devuelva a la vida,
que esa jauría de perros que ladra en tu cabeza,
se vuelva una vocecita que te llame papá.
Déjame entregarme por completa a ti
porque así de completo te amo,
en la totalidad absoluta de tu ser,
al que fuiste, al que sos y al que seras,
cada una de las mujeres
que habita en mi te ama,
y en un silencio absoluto se obsequian a ti.
en ese punto tuyo y mio,
a esa hora exacta en la que las agujas del reloj se detuvieron,
ese día que nos encontramos por primera vez.
Te reconozco sin verte,
te siento sin tocarte,
lo se, estas ahí, en las sombras,
agazapado y al acecho como buen felino.
Reconozco la melodía,
que sonó la primera vez que te vi,
es lo mas parecido a un coro de ángeles.
Cuento las horas para estar en tu brazos,
el tiempo va cayendo cada vez mas lento,
y en cámara lenta te espero.
Se me esta agotando el control,
de los impulsos que me inyectan hacia ti.
Este silencio orquestado ya es demasiado,
a la distancia tu ausencia se potencia,
los límites de la verdadera soledad afloran.
Será que todavía
no me puedo reconocer en tus poemas,
tal vez porque que tú,
aún no te has reconocido en mi alma.
Déjame desatar a tu corazón
de la soledad a la que se ha confinado,
empecinado en entregarse a la nada.
Déjame regalarte mi fertilidad,
como comienzo de ese todo
que te devuelva a la vida,
que esa jauría de perros que ladra en tu cabeza,
se vuelva una vocecita que te llame papá.
Déjame entregarme por completa a ti
porque así de completo te amo,
en la totalidad absoluta de tu ser,
al que fuiste, al que sos y al que seras,
cada una de las mujeres
que habita en mi te ama,
y en un silencio absoluto se obsequian a ti.