¡Tienes la eternidad…!, ¿por qué te apuras…?
¿No sientes el latido de la existencia?
Podrán cambiar tus formas…, tus vestiduras…,
¡pero jamás podría cambiar tu esencia!
¡Tienes la eternidad…!: la llevas puesta
como un perpetuo manto inmemorial…,
¡invitado de honor en una fiesta
que no tiene principio…ni final…!
¡Tienes la eternidad…!, y vas…y vuelves…,
cambiando de papeles…y de ropajes…:
termina la función…y los devuelves…,
¡pero tu alma es la misma en cada viaje!
¡Tienes la eternidad…!; vida tras vida,
cargas en tu mochila la inmensidad…:
¿¡cómo puedes entonces darle cabida,
a las preocupaciones…y a la ansiedad…?!
¡Tienes la eternidad…!, ¿y no te alcanza…?
¿Marchas apresurado detrás de un fin?
¿No sabes que la Vida es una danza…
y tu… su más preciado danzarín…?
¡Tienes la eternidad…!, ¿para qué corres?
¿Acaso tanto apuro te hace feliz?
¿No entiendes que hay más gozo cuando recorres
lentamente las hebras de tu tapiz?
¡Tienes la eternidad!: ¡fluye con ella!,
como lo hacen las noches y los días…,
que en su ronda incansable tras las estrellas,
se acoplan a su exacta melodía…
¡Tienes la eternidad…!, ¡ve más despacio…!,
demórate en lo bello de cada rosa…,
vuela con las gaviotas por el espacio…,
siente la luz que vibra tras de las cosas…
¡Marcha tranquilo, amigo…, marcha sereno…,
que nada puede herirte en realidad!
Y si la prisa apremia con su veneno…,
¡recuérdate que tienes la eternidad…!
Jorge Oyhanarte
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