de Eleonora Valentini

de Eleonora Valentini

BIENVENIDOS A BORDO

Bienvenido a mi universo interior para quien encuentre en él un pedacito del suyo.


Me deleita desear el mejor viento solar. En este saludar late un venerar a la pulsión de poesía que arde en el viento del sol y un mensaje de fuerza, energía e infinita esperanza.


"Que el viento solar sople siempre en tu camino"

domingo, 9 de noviembre de 2025


✨Hoy domingo 9 de noviembre culmina la muestra internacional “Las Catrinas están de Ronda”, que llegó desde México a Buenos Aires y fue parte a La Noche de los Museos 🌙🎭

📸 Esta muestra fotográfica y de instalaciones contemporáneas, creada por la artista visual Nora Lanzieri @lanzieriarte rinde homenaje a las raíces culturales de México y cierra hoy con un acto de clausura a partir de las 18 hs hasta las 21 hs, en Galería Azulay Art (Av. Del Libertador 1028)

🎟️ Entrada libre y gratuita, ¡los esperamos con sorteos y muchas sorpresas! 🎁💃🏻

🔗 Les dejo el link a mi nota, especial para Diario de Cultura 

https://www.diariodecultura.com.ar/museos-y-artes-plasticas/fotografia-instalacion-y-ritual-las-catrinas-estan-de-ronda-llega-a-buenos-aires-y-se-suma-a-la-noche-de-los-museos/

 

sábado, 8 de noviembre de 2025

Cartografía del Hilo Rojo ⠀

Dicen que las almas se reconocen, antes de habitar un cuerpo. La suya y la de él lo hicieron en un punto ciego del universo, un lugar donde el principio y el fin eran la misma luz.

Desde entonces, arrastran cadenas férreas, pesadas como la memoria de lo que no ocurrió.

Cada eslabón lleva sus nombres oxidados, y al moverse, el sonido les recuerda que siguen atados a la ausencia del otro.

De vez en cuando, uno de ellos logra romper las cadenas y los declara libres, pero entonces sienten el tirón suave, casi imperceptible, del hilo rojo que todavía los une. Es frágil como la respiración de un sueño, y sin embargo sostiene mundos.

Han intentado seguirlo para finalmente encontrarse. Han atravesado ciudades, espejos y silencios, pero el destino tiene su propia geografía, y a veces dos almas pueden tocarse solo en los bordes del tiempo.

Desconocen si algún día ese hilo los  llevará al mismo punto. Solo saben que mientras no se rompa, incluso la distancia tiene sentido.

Porque hay cadenas que los aprisionan y les quitan el aire, pero existe un hilo rojo que, aunque invisible, los mantiene vivos.

Con la densidad emocional de un mito antiguo y una herida que no cicatriza.

© Eleo 

8/11/2005

sábado, 1 de noviembre de 2025

Las Catrinas están de Ronda

Fotografía, instalación y ritual: “Las Catrinas están de Ronda” llega a Buenos Aires y se suma a la Noche de los Museos.

Por Eleonora Valentini


La muestra fotográfica y de instalaciones contemporáneas, que rinde homenaje a las raíces culturales de México, «Las Catrinas están de Ronda» de la artista visual Nora Lanzieri, se inaugurará el sábado 1 de noviembre, a las 18 horas, en la galería Azulay Art (Av. Del Libertador 1028) Contará con música en vivo y la presencia de la curadora Blanca Vargas y de la reconocida gestora cultural Martha Josefina Aguilar Nájera, ambas de México. La exposición coincide con el Día de Muertos y formará parte del circuito de La Noche de los Museos.

La artista visual Nora Lanzieri presenta en Buenos Aires su exposición “Las Catrinas están de Ronda”, la visión de una argentina del Día de los Muertos Mexicano, desde una mirada singular y poética.


Este proyecto artístico, que va a permitir la interacción y participación del público, surge cuando la artista durante sus visitas a Xalapa, capital del estado de Veracruz en México, fue cautivada por la sensibilidad mexicana en torno a la muerte. Por esa dicotomía de honrar a sus difuntos, por un lado, con el recuerdo doloroso, y por otro, con una notable dosis de humor y alegría. La idea de que regresen por una noche, y la preparación del altar con las ofrendas que más disfrutaban (comida y bebida), le pareció una tradición absolutamente extraordinaria. “Es admirable que mantengan viva esta manifestación cultural tan profunda, tan esencialmente mexicana y propia de su identidad”, sostuvo Lanzieri

Durante esta experiencia, nació su necesidad de capturar con su cámara imágenes fotográficas que contarán esta narrativa de muerte, casi lúdica, a través de una propuesta visual y espacial.


Memoria, homenaje y encuentro. El poder del arte como canal entre culturas. 


“Las Catrinas están de Ronda” busca ser un espacio de memoria, homenaje y encuentro, donde la imagen visual recupera el valor ritual de la celebración, a través de fotografías en color y duotono, instalaciones escultóricas y textos breves que dialogan con el universo simbólico mexicano. 

La artista propone una estética marcada por el uso del amarillo, que se considera un color sagrado, símbolo del sol y la divinidad. Crea una experiencia artística con una atmósfera que invita al espectador a reflexionar sobre la existencia humana, la muerte como fin último de la vida y posible entrada a otra dimensión. Destaca la relevancia del poder del arte como canal entre culturas.

Teniendo presente que el Catrín junto con la Catrina son el alma de las celebraciones para el Día de Muertos, es que estas obras intentan recuperar ese lugar de ritual y transcendencia a través de la imagen visual.


¿Qué pretende la muestra? 



“Las Catrinas están de Ronda” pretende proyectar una visión particular sobre la cartonería mexicana de los judas, las calaveras y las catrinas. Instalaciones y fotografías de gran formato de esculturas alusivas a la muerte con algunas décimas o textos breves que acompañan a las imágenes con ese ingenio propio de la cultura mexicana, la muerte como fin último de la vida y posible entrada a otra dimensión. 

La libertad de la imaginación y su inmersión en la cultura, busca referentes y signos para expresar en el arte, la visión del ser humano sobre la existencia, el mictlán para algunos, el paraíso para otros.

Lanzieri articula hábilmente las técnicas de la fotografía y la instalación para generar un proceso creativo, que nos permita conocer y sumergirnos en las tradiciones mexicanas a través de la función que cumplen las imágenes en el ámbito social, mediando entre el individuo y su contexto cultural contemporáneo.


El esfuerzo mancomunado entre Argentina y México.


La muestra fue posible, gracias a un esfuerzo conjunto de Argentina y México. Del Centro Creativo Xalapeño y del Museo de la Música Casa Doña Falla. Las obras grandes fueron impresas en México y tuvieron que ser traídas en dos vuelos a la Argentina. "Fue muchísimo trabajo, no solo el armado y la presentación, sino el embalaje y el traslado de las obras de un país a otro", nos relata Lanzieri.

"México fue punta de lanza para mí carrera artística, con lo cual estoy muy agradecida con el pueblo mexicano por su cordialidad, amabilidad y porque me han abierto las puertas desde el primer día que pise su suelo", agrega emocionada.

Ejes y secciones de la exposición:


• Raíces de la tradición mexicana: 24 tablas de madera con imágenes de catrinas impresas en ambos lados y bisagras.

• Cubos mágicos – Pueblos Mágicos: 60 cubos con imágenes de catrinas que interactúan entre sí.

• Altar Día de Muertos: 49 botellas de licor de fruta, agua, catrinas y cempasúchil.

• Salón de las artistas: 10 obras en duotono formato 30 x 40 cm.

• Salón femenino: 8 obras color, pequeño formato 20 x 30 cm.

• Salón masculino: 8 obras color, pequeño formato 20 x30 cm.

Días y horarios de visita con entrada gratuita.

Esta muestra, que también se presentó en el Museo de la Música Veracruzana en Xalapa, México, podrá visitarse en Buenos Aires de lunes a viernes de 18:30 a 20 horas, y sábados y domingos, de 18 a 21 horas. Lunes, martes y miércoles con cita previa, completando este formulario:


• https://forms.gle/MDHNL4F7EKVB26cHA

El domingo 9 de noviembre se espera una gran afluencia de público ya que se llevará a cabo el acto de clausura, donde habrá sorteos y muchas sorpresas.

 

Noche de los Museos 


Cabe destacar, que la exposición forma parte del circuito propuesto por la Noche de los Museos en la Ciudad de Buenos Aires, por lo que el sábado 8 de noviembre abrirá sus puertas desde las 19 horas hasta la medianoche.


Sobre la artista

Nora Lanzieri es diseñadora gráfica graduada en la Universidad de Buenos Aires, fotógrafa y artista visual con una sólida trayectoria en el campo de las artes visuales. Su obra ha sido expuesta en Argentina y en el exterior. Actualmente colabora con BIENALSUR, y posee una especialización en Curaduría en Artes Visuales por la UNTREF. Su búsqueda constante la lleva a explorar las intersecciones entre la imagen, la memoria y el contexto cultural latinoamericano.

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viernes, 31 de octubre de 2025

¡BASTA! Un grito desgarrador por los olvidados.

 
Ayer, deformes, ineptos, idiotas, mogólicos, eran aquellos a los cuales su alma les había sido robada por el mismísimo demonio. Era así que podían convertirse en diablos maléficos, violentos, capaces de hablar con fantasmas y de luchar con —y contra— ellos.

En tiempos de realeza, los sometían a los oscuros calabozos magistrales, mientras que la plebe y los lacayos arrojaban a estas pequeñas criaturas frente al pórtico de los claustros religiosos, para que tras sus puertas se escondiera la vergüenza de haber concebido un hijo bobo, una abominación que atribuían a un castigo divino, por el pecado familiar, con la esperanza —tal vez— de que el Señor los perdone.

Cuántas almas en pena sufrieron el abandono, la atroz exclusión. Fueron expropiados del pecho de mamá y se ganaron el odio aberrante de papá, por vaya a saber uno, qué falta grave se les atribuía. Cuántos padecieron y ardieron en las llamas, devorados, consumidos, convertidos en cenizas para no dejar rastro alguno de su fatídica presencia, que deshonró a la familia.

Por todos estos seres humanos que durante centenarios fueron asesinados y sufrieron atrocidades feroces, hoy alzo mi voz. Hoy sufro el dolor de cada uno de ellos, y es inmenso. Un dolor tortuoso, de finales trágicos, atroces. Dolor inconmensurable.

Ayer, desde el desconocimiento nombrados como: ADEFESIOS. Hoy desde una mirada más humana, personas con discapacidad o necesidades especiales. Un crisol de diagnósticos tan vasto que da miedo, pero ya no aterra. Avanzamos en el tiempo y ahora son llamados personas, y se les reconocen sus derechos como tal. Es amplio el campo diagnóstico y son múltiples las aristas que se le otorgan al aspecto mental para rotular al ser humano, pero nunca debe dejarse de ver como un semejante.

¿Por qué, entonces, seguimos haciendo diferencias y discriminando al otro? ¿Por qué la etiqueta, el rótulo?

La búsqueda de la igualdad de derechos —un principio que hoy damos por sentado en las democracias modernas— no es el resultado de una evolución pacífica o una concesión benevolente del poder. Por el contrario, es una conquista forjada en el crisol de luchas añosa y cruentas, y su precio se mide en vidas humanas: el incalculable y doloroso Costo Humano de la Igualdad. La pregunta retórica sería: ¿Cuántos han pagado con su vida por los derechos que hoy nos amparan? ¿Cuántos? ¿Cuántas almas perdidas vagando, buscando la luz en tortuosa oscuridad? ¿Cuántos en el ayer, cuántos aún vivos que, sin embargo, están muertos?¿Cuántos?

Honremos a todos esos deformes, anómalos, adefesios, a todos aquellos ¡Indignos de SER HUMANOS!

Hoy pienso la historia en forma lineal, donde existió tanto prejuicio, odio y exclusión. Recuerdo libros de historia donde se tenía por sabido que eran producto de incesto, hijos de pactos con el Diablo, aquellos que con magnífico rayo e intenso temblor cayeron en la familia.

Hoy llevo luz a todas aquellas almas olvidadas y desterradas, que bajan por la tierra sin encontrar el camino hacia la iluminación que les fue negada al nacer. Y por aquellos que están muertos y caminan sobre la tierra sin saber a dónde ir.

Este es un llamado, una expresión del dolor y del padecimiento inexorable de todos aquellos que fueron callados, silenciados, amordazados, atados a una cama de hospital, de todos aquellos cuerpos por los cuales corrieron voltios para ser “CURADOS”.

¡Cuánto dolor! Hoy quiero gritar por cada uno de ellos. Por esa voz que no se alzó, por ese cuerpo muerto de miedo y aterrado, que partió de la tierra y aún hoy lleva ese dolor. ¡Por Dios, qué martirio! ¡Nefasto! En eso creían en aquel tiempo…¿Justificación? 

¡BASTA! De tecnicismos, estadísticas, y todo número vacío que no refleje la esencia humana. Basta de aquello que se puede medir científicamente. De todos aquellos que creyeron y creen en la medicina, apegados y apoyados férreamente solo en las cifras y los datos milimétricamente tabulados. ¡BASTA! 

Las cifras, los porcentajes son solo números en los cúmulos, grupos nombrados con algún sentido de pertenencia, pero jamás con sentido de individualismo: una cifra formada por un colectivo con un común denominador, jamás por individuos peculiares y únicos. No existen nombres, ni identidad alguna en el trabajo estadístico.

Hoy recorro un camino en la línea del tiempo y no solo abogo por los derechos de los pacientes convocados por la SALUD MENTAL. Hoy alzo mi voz en grito desgarrador por aquellos que ayer y hoy fueron silenciados, dormidos, dopados, excluidos, asilados, diezmados (o asimilados, según intención), muertos de hambre, muertos de frío, que han quedado en el olvido. Por aquellos que hoy no están, y por la obligación de quienes aún respiramos.

Somos seres que sentimos, sentimos en demasía y en esa desmedida emoción, el mundo ve la grieta de nuestra vulnerabilidad. Pero he descubierto una verdad esencial: No somos fuertes a pesar de nuestra sensibilidad; somos tan fuertes como sensibles. Es precisamente esta profundidad, esta capacidad de sentirlo todo, la que nos concede el equilibrio crucial:

• Es la sensibilidad que permite el llanto, que nos doblega y nos rompe ante la ignominia del día y el asesinato injusto. Llorar a más no poder, descargar el peso de la oscuridad.

• Y es esa misma sensibilidad la que, tras la purga de las lágrimas, se fortalece con fuego de entraña.

El dolor que absorbemos se convierte en la llama indomable que nos impulsa a defender, luchar y salir al mundo—ese mundo que derrocha oscuridad a cada instante. Nuestra sensibilidad no es un defecto; es el sensor moral y la fuente de coraje que nos permite resistir la noche. Hay una conexión profunda entre vulnerabilidad y fortaleza. La sensibilidad extrema, que parece ser nuestra mayor debilidad, es en realidad la fuente más pura de nuestra capacidad de lucha. Esa sensibilidad no nos hace menos fuertes; nos hace conscientes de la oscuridad que se derrocha, y por lo tanto, nos obliga a ser más fuertes para ser la luz que resiste. Solo quien siente el dolor en demasía es capaz de movilizar la energía para combatirlo.

Se puede pasar de un sentimiento a otro en un instante. Pasar del extremo dolor empático, al fuego en el pecho que busca la justicia del llanto silencioso y la pérdida de fe, al coraje extremo. Y así, lograr transformar esa debilidad en fortaleza.

Abogo por la paz y la justicia. Sin ella es inconcebible conseguir paz. En un mundo perfecto la justicia no existiría. A fuerza de palos y miles de muertes creamos leyes para lograr una suerte de Paz. "No hay paz sin justicia".

Reflexión final y Conclusión

Recuerdo con tristeza las prácticas inhumanas en Salud Mental, a lo largo de la humanidad, un destrato nefasto para con los pacientes. Una deuda que tenemos como sociedad. La historia pudo y puede cambiar. Redimir el pasado depende de cada uno de nosotros.

No existe diferencia alguna con nuestro semejante, pero a pesar de los años, no resulta fácil quitar aquella vieja concepción de la conciencia colectiva. Se hace hiper-difícil, y cada vez vemos más oscuridad.

En este sentido, es fundamental y necesario, fomentar la justicia y la paz. Declarar al amor y la empatía como el camino hacia un mundo un poquito más luminoso donde la luz ilumine y dé calor a todos aquellos a quienes les fueron negados y vulnerados todos sus derechos, solo por haber nacido diferentes, condenándolos a vivir en las sombras. Debemos trabajar y concientizar para darles visibilidad, que puedan vivir en paz y en luz, más allá del tormento y del mal que aquejara su mente y espíritu.

Ya es suficiente la brutalidad de la dicotomía interna que nos consume: la lucha entre nuestra inmensa capacidad de sentir y la exigencia de un mundo que nos castiga y apaga las luces por esa misma sensibilidad. Frente a este sufrimiento, pretender abordarlo con solo conciencia y ciencia, no es l respuesta completa. Es una ilusión incompleta. La ciencia, con su invaluable rigor, es indispensable y necesaria para comprender y tratar los padecimientos mentales, para nombrar las dolencias, pero la limitación de la ciencia fría en el abordaje de los padecimientos humanos (especialmente los mentales) es deshumanizante y no atiende la raíz del problema. Entonces surge la necesidad de integrar un elemento trascendente e incalculable como el Amor. Es cuando se da una dicotomía falsa donde la ciencia y el amor parecen opuestos, cuando en realidad son complementarios. La ciencia es necesaria, pero el Amor es la fuerza suprema y no cuantificable (la palabra opuesta) que debe guiar todo proceso de sanación y cuidado, especialmente en la salud mental.

• La ciencia es el mapa. El Amor es la brújula.

• La ciencia es la herramienta. El Amor es el propósito.

El AMOR, debe estar presente por encima de todo criterio. Es una palabra que trasciende la taxonomía científica; es la fuerza que la razón no puede capturar. El Amor no se encierra en protocolos, no se tabula ni se calcula. Es la energía inmensurable que humaniza el tratamiento, que ofrece la consideración que el alma necesita, y que restablece la dignidad que el dolor arrebata. Debe ser el Principio Rector de Sanación.

El legendario Albert Einstein, tildado de loco, afirmó:

"CUANTO MÁS CONOZCO DE CIENCIA, MÁS CREO EN LOS MILAGROS"

Un hombre con un nivel de conciencia que fue más allá del entendimiento de expertos en ciencia. Detalle no menor: Einstein fue diagnosticado con dislexia.

Mi voz es valiosa, hablo por cada uno de ellos y por esta corta frase que generó en mí, mi propio Big Bang.

Querido lector, espero en lo más profundo de mi corazón que estás palabras hayan expandido tu propio universo dónde, sabe, hay lugar para el amor y la luz que llevas dentro.

CON INMENSA GRATITUD

SILVINA LUPION

Docente. Autora de los libros "Psiquiátrica- Hoy no vas a morir" y "Condena de la Memoria" ✒️📖 Comprometida con la concientización de la salud mental. Seguila en Instagram

sábado, 4 de enero de 2025

Butterflies

 Al igual que las orugas que se transforman en mariposas, ellos habían experimentado una metamorfosis profunda. Aunque sus capullos de inseguridad y duda, aún no se habían desvanecido. ⠀

Justo cuando estaban listos para volar juntos, se dieron cuenta que sus rutas migratorias los llevaban en direcciones opuestas. Aunque sus alas ahora eran fuertes y hermosas, no podían continuar en la misma dirección. 

Con un último vistazo hacia atrás y un suspiro de melancolía, se despidieron y emprendieron sus respectivos viajes. ⠀

Cada uno voló solo, pero con la certeza de que el profundo amor que sintieron el uno por el otro había sido real. Que ese amor había impulsado su transformación y los seguiría impulsando. Siempre llevarían consigo esa conexión y esa magia que habían descubierto en su tiempo juntos.

© by Eleo



A través de sus ojos

San Antonio de Areco, mi tierra natal, donde las raíces de mi alma se entrelazan con la historia y la tradición. Cuna de la autenticidad, donde el pasado y el presente se encuentran en cada esquina.

Recuerdo esas mañanas que traían consigo el perfume inconfundible del pasto recién cortado, mezclado con el aroma dulzón a tierra húmeda y jazmín.

De la cocina se desprendía el olor a tuco, cocción que mi abuela comenzaba muy temprano, para acompañar los fideos que, con manos arrugadas y a pesar de su artritis, impulsadas por el corazón y el amor a la familia, amasaban con ímpetu y devoción, los mejores fideos de la comarca.

El aroma al asado de los domingos y el rugir de la parrilla, mientras los fuegos hacían lo suyo. El chimichurri casero. La mesa llena de familiares y amigos, compartiendo risas y anécdotas y los infaltables partidos de truco. La sensación de pertenecer a algo más grande que yo mismo.

Y luego la siesta sagrada, dónde solo se escuchaba el zumbido monótono de las moscas y el susurro de las hojas de los ombúes.

En el espejo del río, quedaron reflejados los recuerdos de una juventud añorada. El Puente Viejo, ahora renombrado Puente Rosa, testigo silente de nuestras travesuras, nos llamaba a la aventura. Nos tirábamos desde su altura, el viento en el rostro, el sol en la espalda, y el agua fresca del río nos recibía con un abrazo refrescante. Un chapuzón liberador, un grito de alegría, y el mundo parecía detenerse en ese instante. 

Otras veces, montados en nuestras bicicletas, mis amigos y yo, caña en mano, cruzábamos el puente con la ilusión de los pescadores, soñando con capturar el pez más grande del río.

El puente rosa, es un símbolo de nuestra libertad, un recordatorio de los días en que la vida era un juego, un reto, una aventura. Ahora, desde la distancia, lo miro y sonrío, sabiendo que aquellos momentos dejaron sus huellas en mi alma.

La nostalgia me envuelve como un abrazo cálido, al recordar las noches de verano, sentado en el patio de mi casa, tomándome unos mates con mi mamá y mi abuela, escuchando historias diversas que nunca llegué a saber si fueron verdad, pero no me importaba, solo deseaba que esos momentos siguieran ocurriendo. El mate amargo, compartido en ronda, la luna llena, el cielo estrellado, el canto de los grillos.

Me veo caminando por las calles empedradas, escuchando el sonido de los cascos de los caballos, el olor a cuero y la hierba fresca. Llego al Almacén de Ramos Generales, un universo de olores y texturas. El mostrador de madera oscura, pulido por años de manos rudas y conversaciones animadas, olía a azúcar quemada, a tabaco negro y a cuero viejo. Allí, entre latas de dulce de leche, yerba mate en paquetes gastados y herramientas de campo, se tejía la historia del pueblo. Don Miguel, el almacenero, con su delantal manchado y su sonrisa sabia, era el guardián de esas historias, un cronista silencioso de la vida gaucha. Él me contaba, con la voz grave y pausada, las leyendas pueblerinas, los cuentos de Güiraldes, que parecían cobrar vida entre las estanterías repletas de objetos cotidianos, cargados de memoria.  

La cultura gauchesca, viva y palpitante, en cada gesto, en cada palabra. Los payadores recitando sus versos, los bailarines de zamba y chacarera, las manos entrelazadas, los pañuelos blancos y celestes al viento. Güiraldes, el gran escritor, quien inmortalizó nuestra esencia en Don Segundo Sombra: "El gaucho, ese hombre de campo, de llanura y de cielo, es el símbolo de nuestra raza, de nuestra historia, de nuestra alma". 

En San Antonio de Areco, ese símbolo sigue vivo, y yo, humilde hijo de esta tierra, me siento orgulloso de llevar su esencia en mi alma, en mi corazón, en mi ser.

Mi lugar en el mundo. Donde la historia y la tradición se entrelazan con mi propia existencia. Donde la nostalgia y la querencia se convierten en un canto de amor a mi tierra, a mi gente, a mi cultura. Es más que un sentimiento, es una parte esencial de mi ser, una raíz profunda que me conecta con mi historia, con mi familia, con mi identidad.

© by Eleo

Este relato forma parte de la Antología Crepúsculo de la Sociedad Argentina de Escritores: "Raíz de mi lugar". Tradiciones y Cultura


La Bacha

 Ahí estaba frente a su bacha que la interpelaba, entre los trastes y la esponja gastada, aparecía ese amor que no fue nada y como el detergente entre sus manos, se diluyó sin dejar rastros. ⠀

Se preguntó, mientras enjuagaba una taza, por qué las señales se desvanecieron, por qué su universo volvió a ser pequeño. Tan pequeño como la cucharita de café que estaba lavando, como ese café que nunca se tomaron. La taza vacía y limpia, parecía burlarse de ella, recordándole lo que nunca fue. 

Tenía sus manos sumergidas en agua tibia y detergente, cuando recordó, que jamás esas manos lo habían acariciado y comenzó a moverlas con ritmo frenético, como si intentará borrar los recuerdos junto con la grasa adherida a los platos. Maltrató a la esponja, la estrujo cuanto pudo y la refregó con fuerza, pero los recuerdos permanecían ahí, inmóviles. La esponja cansada fue testigo silencioso de cada uno de sus pensamientos e intentó sin éxito, absorber cada gota de su pasado.

Pero cada obstinado plato sucio era un recuerdo difícil de sacar, como la grasa que se resistía a desaparecer. Ella seguía frotando, seguía lavando, como si intentara borrar la dolorosa certeza de que aquello que había sido, y ya no era.

Los cacharros de acero inox, como espejos implacables, reflejaban su imagen fragmentada. Cada olla, cada cucharón, le devolvía un pedazo de su rostro, distorsionado y desenfocado. Su reflejo, partido en trozos, la devolvía violentamente a su presente, la realidad la golpeaba con fuerza. La mujer que veía en esos reflejos no era la misma que había vivido aquel amor. Era una versión más cansada, más desgastada, más real.

La bacha, que había sido testigo silencioso de su viaje en el tiempo, ahora la miraba con una crudeza que la hacía sentirse desnuda. El agua jabonosa, que había sido un vehículo para sus recuerdos, ahora era solo un líquido sucio que necesitaba ser enjuagado. Los cacharros de acero inox, que antes habían sido solo objetos inanimados, ahora parecían contener una profundidad que la hacía sentirse parte de algo más grande. Su reflejo, aunque distorsionado, ahora parecía contener una verdad que no podía ignorar.

La realidad la había alcanzado, pero ya no era la misma. Algo había cambiado. Algo en su interior había comenzado a moverse. Todo era parte de una narrativa que la incluía a ella, a su pasado, a su presente y a su futuro.

Con una sensación de aceptación, comenzó a enjuagar los platos, sabiendo que cada movimiento, cada gesto, era parte de una historia que se estaba escribiendo en ese momento. La bacha, que había sido un lugar de rutina, ahora era un lugar de creación. Y ella, la protagonista de su propia historia. ⠀

Se secó las manos, miró la bacha vacía y de repente, escuchó un sonido detrás de ella. ⠀

¿Era él? Había un hombre parado en la puerta de la cocina, con una taza de café en la mano: "Te preparé un café", dijo con esa sonrisa implacable que lo caracterizaba. ⠀

Ella se quedó sin aliento, incapaz de hablar. El tiempo parecía haberse detenido, como siempre cuando estaban juntos. ⠀

"¿Qué pasa?", preguntó él, acercándose a ella. "¿Estás bien?"⠀

Ella asintió con la cabeza, aún en shock.

"¿Qué es esto?", preguntó él, mirando la bacha vacía. "¿Una metáfora de nuestra relación?" Y afirmó: "Me gustan las historias con finales abiertos". ⠀ En ese momento, ella supo que la historia no había terminado. ⠀

Que la vida es un libro que se escribe cada día, y que el final es solo un nuevo comienzo.

¿Había otra taza de café para lavar? ⠀


© by Eleo

Crisol de Paz

Entre las sombras de una noche eterna, busco la paz. Esa palabra que se desvanece entre las guerras y el desdén de quienes caminan ajenos al daño que causan, entre la apatía que deja al mundo huérfano de actos de amor y solo persiguen rastros de dolor y muerte.

Es en ese crisol de emociones, donde surge la certeza de que la paz es un camino, no un destino. Un sueño que late en mi pecho, un anhelo que me consume, una llama que arde en la oscuridad.

No es la ausencia de conflictos, ni el silencio de las armas, sino la presencia de la justicia, la equidad y la compasión. Es el reconocimiento del otro, en su diversidad y singularidad, es el abrazo que cierra las heridas y cura las cicatrices.

En este mundo de espejos rotos, donde la verdad se fragmenta, la paz es un espejo intacto, que refleja la humanidad. Es la mano que se tiende, al compás de un corazón que late con empatía.

No es una utopía lejana, ni un sueño irrealizable, sino una posibilidad cercana, que late en cada uno de nosotros. Es la elección diaria de amar y perdonar, de elegir la vida y rechazar la muerte.

Caminemos hacia la paz con esperanza, con pasos firmes y lentos, de ojos que ven más allá de la noche cerrada y sin luna. Porque la paz debe ser esa luz que guíe en la oscuridad a los que no tienen voz, pero aún tienen vida.

© by Eleo

Ph: Eleo Valentini