Abuelas que nunca ejercieron,
cabezas blancas
donde el luto no es negro.
Pero no por eso, duele menos.
Fueron cuerpos arrojados al mar
Desde aviones que hoy piden absolución.
Un boleto estudiantil
que fue sentencia de muerte
noche de lápices
silenciados para siempre.
Aún sangran las paredes,
a donde llevaban a los NN.
En ellas aún se pueden ver los rasguños,
de quienes gritaban en silencio
las tribulaciones del genocidio
que estaban padeciendo.
A cuarenta y cinco años,
cuerpos sin mortajas
aún reclaman sus derechos
y se elevan desde el fondo del mar
con su mirada y sus brazos alzados al cielo.
De nuestra MEMORIA depende
su descanso eterno.
by Eleo
24/03/2021